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D. Miguel Méndez

Miguel fue químico Español que nació el 26 de mayo de 1928 en Madrid, (España) su padre Carlos Méndez, químico nació en el Viso del Alcor y su madre Blanca Cuesta en la ciudad de Carmona. Vivió en Sevilla desde los 12 años hasta el 8 de marzo de 2012.

Decía Miguel que él se consideraba un químico, un industrial metido a albañil: “He recuperado las técnicas y procedimientos de los romanos, trabajando con bases de cal para hacer estuco con el que se embellecen los recubrimientos de las construcciones y las ciudades”. Una fórmula que ha causado furor en la restauración y obras nuevas de prestigiosas arquitecturas de todos los tiempos.

Los que disfrutamos del don maravilloso de su amistad, de verlo a él y oírlo hablar, no sólo aprendíamos la excelsitud de la materia prodigiosa que inventó para “vestir los edificios”, sino que nos ayudó a soñar y a hacer realidad de un mundo de ilusión.

En sus sorprendentes monólogos como en las aleaciones químicas, los más dispares conceptos se fusionaban para demostrarnos con inteligencia felicísima lo natural y la verdad de  una vida mejor. Entre medio encadenaba sus frases con una bonachona, rítmica e inalterada risita seguida de “¿tú me comprendes?”; que ingenuamente pautaba sus palabras para comprobar si lo seguíamos en cada uno de los pasos hacia el hechizo con el que nos envolvía y alcanzar al fin contagiarnos de lo hermoso que es la vida y lo importante que para él era hacernos partícipe de su extrema felicidad interior.

Hablaba de la ciudad, de una excelsa Sevilla que existía en su interior, como la única de las antiguas capitales imperiales que perdió su condición de puerto fluvial: “llegó a ser la Nueva York de su tiempo. Aquí nació América.” O refería la importancia de la cal, su piedra filosofal: “somos cal. Agua y calcio. El esqueleto es nuestra percha”; y concluía: “somos perchas que andamos”.

Le hubiera gustado saber pintar como su padre, también químico, que tuvo que ganarse la vida en el exilio pintando retratos. Por ello admiraba y se fascinaba con el arte y reconocía a los que sabían combinar el color. En su extrema y sincera humildad se desvivía por alcanzar con la sabia combinación de minerales diversos para obtener el color exacto requerido. Solo un alma de sensibilidad finísima podía optimizar con precisión milimétrica algo tan etéreo y sutil como es la variación cromática de un color o la textura de su materialidad.

Nos enseñó que es posible y fructífera la unión del pensamiento divagador con la exactitud científica; filósofo aficionado y químico a la vez, construía teorías siempre abiertas a lo nuevo inteligente: “Las tecnologías van siempre por delante de los movimientos políticos y sociales. La evolución de la mujer es también un fenómeno tecnológico; puede tener los hijos que ella quiere”. Quizás el espíritu más libre en el sentido del buen libertario que hemos conocido. Tardará en nacer un sevillano que nos enseñe a vivir Divagando, con exactitud, por la Ciudad de la Gracia.

Y por esto y por más que esto, hoy y siempre le dedicamos este recuerdo a nuestro querido Miguel y a su querida esposa  Cresencia, sus emocionados amigos.

 

GRACIAS MIGUEL
Espadaña de Santa Isabel, Écija. Sevilla. Mortero de cal natural y jabelga
Espadaña de Santa Isabel, Écija. Sevilla. Mortero de cal natural y jabelga

Espadaña de Santa Isabel, Écija. Sevilla. Mortero de cal natural y jabelga

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